sábado, 10 de junio de 2017

Algo personal



Esta noche ha cesado la ventisca.

Al notar desde mi cama que ya no rechinaba el viento contra los travesaños de mi cabaña me he apresurado a subir las persianas y la belleza de la noche me llevado a abrir las puertas de la ventana para asomarme al mundo después de tantos días tormentosos.

El cielo, quizás por estar todavía asustado, quizás porque no se imaginaba que esta noche lo iba a contemplar, se me mostraba con algunas grisáceas nubes, pero vacío de estrellas. Y un viento que no acababa de quererse marchar me acariciaba la cara y jugueteaba travieso con mi pelo alborotándome el flequillo hacia todas partes.


En mi contento, similar a la placidez que da la felicidad, yo me dejaba envolver mientras seguía con la mirada fija en ese cielo azul oscuro, hasta que la he visto aparecer. Era Venus, esa estrella que mi padre siendo yo tan niña ya me enseñó a reconocer entre todas las demás. Allí estaba Venus, prácticamente enfrente de mí, casi a mi lado, cada vez más luminosa, más blanca, más afectiva.


Al poco otra estrella ha aparecido un poco más a la izquierda y luego otra más. Me he quedando mirando a mis tres estrellas que parecían en la noche solitaria de astros, tres amigas que no te dejan, que no te olvidan, que llegan raudas para ayudarte iluminándote la cara, llenándote la faz de luz y el alma de espejos.


Esto es lo bueno de ser y estar en Siberia, pienso mientras las miro con delicia y gozo, esto es lo mágico que tiene mi nueva tierra: que las estrellas que tienes a tu lado, esas que están cuando las demás desaparecen, esas son estrellas amigas, amigas sin peros, amigas ciertas, de las que nunca ya se dudará ni jamás te defraudarán, son estrellas que te quieren.


Y de aquellas otras que se esconden y no salen a saludarte por temor del viento o la tormenta, mejor olvidarlas, mejor dejarlas que sigan su camino deseándoles lo mejor, pero nunca poner la esperanza en ellas porque puedes quedarte ciega.


Yo ya sé que tengo al menos tres estrellas amigas, porque puede que ahora, cuando de nuevo suba a mi alcoba y mire por la ventana haya otra. Quizás otra estrella, mientras yo hoy decido hablar un poco sobre mí porque también soy mundo, también soy piedra golpeada y puedo y me lo debo, quizás como digo me está esperando en el cielo para alumbrarme con su bondad radiante esta noche siberiana y éste corazón mío. 

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